sábado, 10 de octubre de 2009

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
El Evangelio que lleva el nombre de MATEO –un recaudador de impuestos que abandonó su trabajo para seguir a Jesús (9. 9)– fue escrito hacia el 80d.C. y está dirigido principalmente a los cristianos de origen judío.
Dado el carácter de los destinatarios, Mateo cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento y se apoya en ellos para mostrar que el designio de Dios anunciado por los Profetas alcanza su pleno cumplimiento en la persona y la obra de Jesús. Él es el "Hijo de David", el "Enviado" para salvar a su Pueblo, el "Hijo del hombre" que habrá de manifestarse como Juez universal, el "Rey de Israel" y el "Hijo de Dios" por excelencia. Mateo también aplica a Jesús en forma explícita los oráculos de Isaías sobre el "Servidor sufriente", que carga sobre sí nuestras debilidades y dolencias. Y al darle el título de "Señor", reservado sólo a Dios en el Antiguo Testamento, afirma implícitamente su condición divina.
Este evangelista atribuye una especial importancia a las enseñanzas de Jesús y las agrupa en cinco discursos, que forman como la trama de su Evangelio y están encuadrados por otras tantas secciones narrativas. El tema central de estos discursos es el Reino de Dios. En ellos, Cristo aparece como "el nuevo Moisés", que lleva a su plenitud la Ley de la Antigua Alianza. También es el "Maestro", que enseña "como quien tiene autoridad" (7. 29) la "justicia" de ese Reino inaugurado y proclamado por él.
El Evangelio de Mateo ha sido llamado con razón "el Evangelio de la Iglesia", por el papel preponderante que ocupa en él la vida y la organización de la comunidad congregada en nombre de Jesús. Esta comunidad es el nuevo Pueblo de Dios, el lugar donde el Señor resucitado manifiesta su presencia y la irradia a todos los hombres. Por eso ella está llamada a vivir en el amor fraterno y el servicio mutuo, como condiciones indispensables para hacer visible el verdadero rostro de Jesucristo.

EL EVANGELIO DE LA INFANCIA DE JESÚS
Ya en el Evangelio de la infancia, Mateo nos anticipa quién es Jesús de Nazaret. Su "genealogía" se ha ido gestando a lo largo de toda la historia de Israel, que en él llega a su plenitud. Como "hijo de David", él es el Mesías anunciado por los Profetas y esperado por el Pueblo judío. Como "hijo de Abraham", es fuente de bendición para todos los hombres. Pero él es mucho más todavía: es "Dios con nosotros" (1. 23). María lo concibió en su seno por obra del Espíritu Santo, y José, al darle el nombre de "Jesús" (1. 25), asumió sobre él la función paterna y lo incorporó legalmente a su linaje davídico.
Todos los relatos de la infancia tienen un estilo literario propio del Antiguo Testamento, en el que abundan las apariciones, los sueños y las repetidas intervenciones del "Ángel del Señor". De esa manera, se quiere destacar la trascendencia de los acontecimientos narrados. Por eso, mucho más importante que el aspecto anecdótico es el sentido religioso de aquellos relatos. Así, por ejemplo, la adoración de los "magos", que representan a los pueblos paganos, significa que la Salvación no está reservada exclusivamente al Pueblo elegido, sino que es para todas las naciones. Asimismo, por su huida a Egipto y su vuelta a la Tierra prometida, Jesús aparece como otro Moisés, que se pone al frente de su Pueblo y lo conduce al Reino de Dios.
Genealogía de JesúsLc.3.23-38
1 1 Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:2 Abraham fue padre de Isaac;Isaac, padre de Jacob;Jacob, padre de Judá y de sus hermanos.
3 Judá fue padre de Fares y de Zará,y la madre de estos fue Tamar.
Fares fue padre de Esrón;
Esrón, padre de Arám;
4 Arám, padre de Aminadab;
Aminadab, padre de Naasón;
Naasón, padre de Salmón.
5 Salmón fue padre de Booz,y la madre de este fue Rahab.
Booz fue padre de Obed,y la madre de este fue Rut.
Obed fue padre de Jesé;
6 Jesé, padre del rey David.
David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.
7 Salomón fue padre de Roboám;
Roboám, padre de Abías;
Abías, padre de Asaf;
8 Asaf, padre de Josafat;
Josafat, padre de Jorám;
Jorám, padre de Ozías.
9 Ozías fue padre de Joatám;
Joatám, padre de Acaz;
Acaz, padre de Ezequías;
10 Ezequías, padre de Manasés.
Manasés fue padre de Amós;
Amós, padre de Josías;
11 Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos,durante el destierro en Babilonia.
12 Después del destierro en Babilonia:
Jeconías fue padre de Salatiel;
Salatiel, padre de Zorobabel;
13 Zorobabel, padre de Abiud;
Abiud, padre de Eliacím;
Eliacím, padre de Azor.
14 Azor fue padre de Sadoc;
Sadoc, padre de Aquím;
Aquím, padre de Eliud;
15 Eliud, padre de Eleazar;
Eleazar, padre de Matán;
Matán, padre de Jacob.
16 Jacob fue padre de José,el esposo de María,de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
17 El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
La concepción virginal y el nacimiento de JesúsLc. 2. 1-7
18 Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. 19 José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. 20 Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. 21 Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
23 La Virgen concebirá
y dará a luz un hijo a quien pondrán
el nombre de Emanuel,
que traducido significa: "Dios con nosotros".
24 Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, 25 y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.
La visita de los magos
2 1 Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén 2 y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo". 3 Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. 4 Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. 5 "En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
6 Y tú, Belén, tierra de Judá,
ciertamente no eres la menor
entre las principales ciudades de Judá,
porque de ti surgirá un jefe
que será el Pastor de mi pueblo, Israel".
7 Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, 8 los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje". 9 Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. 10 Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, 11 y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. 12 Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
El exilio de Jesús en Egipto
13 Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". 14 José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. 15 Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta:
Desde Egipto llamé a mi hijo.
La matanza de los inocentes
16 Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado. 17 Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías:
18 En Ramá se oyó una voz,
hubo lágrimas y gemidos:
es Raquel, que llora a sus hijos
y no quiere que la consuelen,
porque ya no existen.
El regreso de Egipto.
19 Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, 20 y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño". 21 José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. 22 Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas:
Será llamado Nazareno.
LA PROMULGACION DEL REINO DE LOS CIELOS
PARTE NARRATIVA
Antes de comenzar su misión, Jesús recibe el bautismo de Juan. Aunque él no tiene necesidad de ser bautizado, quiere hacerse plenamente solidario de sus hermanos. Juan se opone, pero Jesús insiste para que se cumpla "todo lo que es justo" (3. 15). La "justicia", en el lenguaje de Mateo, es el perfecto cumplimiento de la voluntad de Dios, la total sumisión a sus designios. La entrada en el Reino depende de esta "justicia" (5. 20), y Cristo quiere realizarla en sí mismo antes de exigirla a sus discípulos. En respuesta a esta actitud de fidelidad, el Padre proclama la filiación divina de Jesús y lo acredita como su Enviado, revistiéndolo de su Espíritu.
Después del bautismo en el Jordán, Jesús es tentado por el espíritu del mal, que intenta apartarlo del verdadero camino mesiánico. Así él revive las "pruebas" que había experimentado Israel en el desierto, durante los cuarenta años de su marcha hacia la Tierra prometida. Y al vencer la tentación, Cristo asume el destino del Pueblo de Dios y manifiesta una vez más su absoluta fidelidad a la voluntad divina.
La predicación de Juan el BautistaMc. 1. 2-8 Lc. 3. 3-9, 15-17 Jn. 1. 23, 26-27
3 1 En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: 2 "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". 3 A él se refería el profeta Isaías cuando dijo:
Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos.
4 Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. 5 La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, 6 y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
7 Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: "Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? 8 Produzcan el fruto de una sincera conversión, 9 y no se contenten con decir: "Tenemos por padre a Abraham". Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. 11 Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. 12 Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible".
El bautismo de JesúsMc. 1. 9-11 Lc. 3. 21-22.
13 Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. 14 Juan se resistía, diciéndole: "Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!". 15 Pero Jesús le respondió: "Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo". Y Juan se lo permitió.
16 Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. 17 Y se oyó una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección".
Las tentaciones de Jesús en el desiertoMc. 1. 12-13 Lc. 4. 1-13
4 1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. 2 Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. 3 Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes". 4 Jesús le respondió: "Está escrito:
El hombre no vive solamente de pan,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
5 Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, 6 diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
Dios dará órdenes a sus ángeles,
y ellos te llevarán en sus manos
para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
7 Jesús le respondió: "También está escrito:
No tentarás al Señor, tu Dios".
8 El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, 9 y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para adorarme". 10 Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está escrito:
Adorarás al Señor, tu Dios,
y a él solo rendirás culto".
11 Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.
El comienzo de la predicación de JesúsMc. 1. 14-15 Lc. 4. 14-15
12 Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. 13 Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, país de la Transjordania,
Galilea de las naciones!
16 El pueblo que se hallaba en tinieblas
vio una gran luz;
sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte,
se levantó una luz.
17 A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca".
Los primeros discípulosMc. 1. 16-20 Lc. 5. 1-11
18 Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. 19 Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". 20 Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
21 Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. 22 Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
La actividad de Jesús en Galilea9. 35 Lc. 4. 44 Mc. 1. 39; 3. 7-8 Lc. 6. 17-18
23 Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. 24 Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. 25 Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.

EL SERMÓN DE LA MONTAÑA
"El Reino de los Cielos está cerca" (4. 17). Dios se ha hecho presente en la persona de Jesús para renovar todas las cosas. ¿Cuál debe ser el comportamiento de los que quieren entrar en su Reino? A esta pregunta responde el primero de los discursos de Jesús –el célebre Sermón de la Montaña– que Mateo propone como la "carta fundamental" del Reino de los Cielos. Allí Jesús se manifiesta como el nuevo Moisés, que descubre el verdadero sentido y las exigencias más radicales de la Ley promulgada en el monte Sinaí. Él no destruye esa Ley, pero tampoco la considera intangible.
El Sermón de la Montaña resume toda la moral cristiana, entendida no a la manera de un código legal de prohibiciones y obligaciones, sino como una invitación a ser "perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo" (5. 48). Es un nuevo programa, más exigente y gozoso a la vez, que de ninguna manera inculca la "resignación" a los oprimidos o la pasividad frente al mal. Tampoco propone un "tipo" de organización social, pero sienta las bases y señala las pautas de toda verdadera fraternidad. Es un nuevo estilo de vida, que se funda en el amor llevado hasta sus últimas consecuencias y convierte a los discípulos de Jesús en "sal de la tierra" y "luz del mundo" (5. 13-16).
Las BienaventuranzasLc. 6. 20-23
5 1 Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 2 Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
3 "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
4 Felices los afligidos, porque serán consolados.
5 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
7 Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
8 Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
9 Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
10 Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
11 Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
12 Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.
La sal de la tierra y la luz del mundoMc. 9. 50 Lc. 14. 34-35 Mc. 4. 21 Lc. 8. 16; 11. 33
13 Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
14 Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. 15 Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. 16 Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
Jesús y la LeyLc. 16. 17
17 No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18 Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. 19 El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
20 Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
El homicidioLc. 12. 58-59
21 Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, será condenado por el tribunal. 22 Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, será condenado por el tribunal. Y todo aquel que lo insulta, será castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, será condenado a la Gehena de fuego. 23 Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, 24 deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. 25 Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. 26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
El adulterio
18. 8-9 Mc. 9. 43-47
27 Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. 28 Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. 29 Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. 30 Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
El divorcio19. 9 Mc. 10. 11-12 Lc. 16. 18
31 También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio. 32 Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
El juramento
33 Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. 34 Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. 36 No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. 37 Cuando ustedes digan "sí", que sea sí, y cuando digan "no", que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
La ley del talión
Lc. 6. 29-30
38 Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. 40 Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; 41 y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. 42 Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
El amor a los enemigos
Lc. 6. 27-28, 32-36
43 Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; 45 así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? 47 Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? 48 Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
La limosna
6 1 Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. 2 Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. 3 Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, 4 para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
La oración
5 Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. 6 Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 7 Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. 8 No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
El Padrenuestro
Lc. 11. 1-4 Mc. 11. 25
9 Ustedes oren de esta manera:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
10 que venga tu Reino,
que se haga tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
11 Danos hoy nuestro pan de cada día.
12 Perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos han ofendido.
13 No nos dejes caer en la tentación,
sino líbranos del mal.
14 Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. 15 Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
El ayuno
16 Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. 17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, 18 para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
El verdadero tesoro
Lc. 12. 33-34
19 No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. 20 Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. 21 Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
La luz interior
Lc. 11. 34-36
22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. 23 Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
Dios y las riquezas
Lc. 16. 13
24 Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
La confianza en la Providencia
Lc. 12. 22-31
25 Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? 26 Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? 27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? 28 ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. 29 Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. 30 Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! 31 No se inquieten entonces, diciendo: "¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?". 32 Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. 33 Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. 34 No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
La benevolencia para juzgar
Lc. 6. 37-38, 41-42 Mc. 4. 24
7 1 No juzguen, para no ser juzgados. 2 Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. 3 ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? 4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Deja que te saque la paja de tu ojo", si hay una viga en el tuyo? 5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
El respeto por las cosas sagradas
6 No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
La eficacia de la oración
Lc. 11. 9-13
7 Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? 10 ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? 11 Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el cielo dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
El resumen de la Ley
Lc. 6. 31
12 Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
El camino de la Vida
Lc. 13. 24
13 Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. 14 Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
Los falsos profetas
12. 33 Lc. 6. 43-44
15 Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. 18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. 19 Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. 20 Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
Los auténticos discípulos de Jesús
Lc. 6. 46; 13. 26-27
21 No son los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?". 23 Entonces yo les manifestaré: "Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal".
Necesidad de practicar la Palabra de Dios
Lc. 6. 47-49
24 Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. 25 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. 26 Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. 27 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
Conclusión
Mc. 1. 21-22 Lc. 4. 31-32
28 Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, 29 porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.
LOS SIGNOS Y LA PREDICACIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS
PARTE NARRATIVA
Los Profetas habían anunciado que el Reino de Dios traería paz y alegría a los afligidos, haría ver a los ciegos, devolvería la salud a los enfermos y acabaría para siempre con el sufrimiento y la opresión. Con la llegada de Jesús, todos aquellos anuncios proféticos comienzan a hacerse realidad. Mateo quiere ponerlo bien de manifiesto, y para ello reúne en los dos capítulos siguientes más de la mitad de los milagros relatados en su Evangelio. Ha llegado la era mesiánica, el Reino de Dios ya se ha hecho presente en el mundo, y los milagros de Jesús son las "señales" de esa presencia. Son las primicias de la nueva creación, el anticipo de la victoria definitiva de Dios sobre el pecado, sobre la muerte y todas las fuerzas del mal.
Curación de un leproso
Mc. 1. 40-44 Lc. 5. 12-14
8 1 Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud. 2 Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: "Señor, si quieres, puedes purificarme". 3 Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". Y al instante quedó purificado de su lepra. 4 Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio".
Curación del sirviente de un centurión
Lc. 7. 1-10; 13. 28-29 Jn. 4. 46-53
5 Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole: 6 "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente". 7 Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo". 8 Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. 9 Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: "Ve", él va, y a otro: "Ven", él viene; y cuando digo a mi sirviente: "Tienes que hacer esto", él lo hace".
10 Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. 11 Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos; 12 en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes". 13 Y Jesús dijo al centurión: "Ve, y que suceda como has creído". Y el sirviente se curó en ese mismo momento.
Curación de la suegra de Pedro
Mc. 1. 29-31 Lc. 4. 38-39
14 Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre. 15 Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo.
Diversas curaciones
Mc. 1. 32-34 Lc. 4. 40-41
16 Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos, 17 para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
Él tomó nuestras debilidades
y cargó sobre sí nuestras enfermedades.
Exigencias de la vocación apostólica
Lc. 9. 57-60
18 Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. 19 Entonces se aproximó un escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré adonde vayas". 20 Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
21 Otro de sus discípulos le dijo: "Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre". 22 Pero Jesús le respondió: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos".
La tempestad calmada
Mc. 4. 35-41 Lc. 8. 22-25
23 Después Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. 24 De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. 25 Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!". 26 Él les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?". Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. 27 Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".
Curación de los dos endemoniados de Gadara
Mc. 5.1-20 Lc. 8. 26-39
28 Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. 29 Y comenzaron a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?". 30 A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. 31 Los demonios suplicaron a Jesús: "Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara". 32 Él les dijo: "Vayan". Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.
33 Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. 34 Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.
Curación de un paralítico
Mc. 2. 1-12 Lc. 5. 17-26
9 1 Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. 2 Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados". 3 Algunos escribas pensaron: "Este hombre blasfema". 4 Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal? 5 ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate y camina"? 6 Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". 7 Él se levantó y se fue a su casa. 8 Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
El llamado de Mateo
Mc. 2. 13-14 Lc. 5. 27-28
9 Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.
La actitud de Jesús hacia los pecadores
Mc. 2. 15-17 Lc. 5. 29-32
10 Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. 11 Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?". 12 Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. 13 Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Discusión sobre el ayuno
Mc. 2. 18-22 Lc. 5. 33-39
14 Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?". 15 Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
16 Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande. 17 Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!".
Curación de una mujer y resurrección de una niña
Mc. 5. 21-43 Lc. 8. 40-56
18 Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá". 19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
20 Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, 21 pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada". 22 Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese instante la mujer quedó curada.
23 Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: 24 "Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él. 25 Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. 26 Y esta noticia se divulgó por aquella región.
Curación de dos ciegos
27 Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David". 28 Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó: "¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?". Ellos le respondieron: "Sí, Señor". 29 Jesús les tocó los ojos, diciendo: "Que suceda como ustedes han creído". 30 Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: "¡Cuidado! Que nadie lo sepa". 31 Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
Curación de un mudo
12. 22-24 Lc. 11. 14-15 Mc. 3. 22
32 En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. 33 El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel". 34 Pero los fariseos decían: "Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios".
Compasión de Jesús por la multitud
4. 23 Mc. 6. 34 Lc. 10. 2
35 Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. 36 Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. 38 Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha".
INSTRUCCIÓN A LOS MISIONEROS
Los milagros de Jesús son el comienzo de una obra que debe continuar. La Buena Noticia del Reino debe llegar a todas las "ovejas que no tienen pastor" (9. 36). Para extender su propia acción, él envía a los "Doce" (10. 5), dándoles una serie de consignas precisas, recogidas por Mateo en su segundo discurso. Estas instrucciones dirigidas a los misioneros del Reino –los de entonces y los de siempre– son una exhortación a proclamar el Evangelio con desinterés y valentía, sin dejarse intimidar por nada y con la confianza puesta en el Padre celestial. Al mismo tiempo, son una invitación a anunciar el mensaje de Jesús, no sólo de palabra sino también aliviando las miserias humanas y transmitiendo la paz. Al comienzo, Jesús los envía "a las ovejas perdidas del pueblo de Israel" (10. 6), pero después de su Resurrección esta misión tendrá un carácter universal (28. 16-20).
Institución de los Doce
Mc. 3. 13-19 Lc. 6. 13-16; 9. 1
10 1 Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. 2 Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; 4 Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
Misión de los Doce
Mc. 6. 7-11 Lc. 9. 2-5
5 A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. 6 Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. 7 Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. 8 Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. 9 No lleven encima oro ni plata, ni monedas, 10 ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
11 Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. 12 Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. 13 Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. 14 Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. 15 Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
La persecución a los Apóstoles
Mc. 13. 9-13 Lc. 21. 12-19; 12. 11-12
16 Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.
17 Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas. 18 A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. 19 Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, 20 porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
21 El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. 22 Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. 23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre.
La valentía de los Apóstoles
Lc. 6. 40 Jn. 13. 16; 15. 20 Mc. 4. 22 Lc. 8. 17; 12. 2-7 Mc. 8. 38 Lc. 9. 26; 12. 8-9
24 El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. 25 Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! 26 No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. 27 Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. 28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. 29 ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. 30 Ustedes tienen contados todos sus cabellos. 31 No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. 32 Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. 33 Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.
Jesús, signo de contradicción
Lc. 12. 51-53; 14. 26-27; 9. 23-24; 17 .33
Mt. 16. 24-25 Mc. 8. 34-35
34 No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. 35 Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; 36 y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.
37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. 38 El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. 39 El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
La manera de recibir a los Apóstoles
18. 5 Mc. 9. 37, 41 Lc. 9. 48; 10. 16 Jn. 13. 20
40 El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. 41 El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. 42 Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa".
EL MISTERIO DEL REINO DE LOS CIELOS
PARTE NARRATIVA
El Reino de Dios ya está presente entre los hombres como la levadura en la masa. Los milagros y las palabras del Señor lo atestiguan, y él mismo lo confirma al disipar las dudas que podían abrigar Juan el Bautista y todos los que esperaban ver en el Mesías a un juez implacable o a un rey victorioso (11. 2-6). A través de sus obras, él se manifiesta como el "Servidor del Señor" anunciado por Isaías (12. 15-21), hasta que un día se cumpla el gran "signo" del profeta Jonás, mediante su Resurrección de entre los muertos (12. 40).
Pero la actitud de Jesús no sólo provoca dudas y extrañeza, sino también una abierta oposición. Él exige un cambio de vida tan radical, que muchos se resisten a romper con los viejos moldes, especialmente los escribas y fariseos, encerrados en una fidelidad a la Ley mal comprendida y mezclada de ostentación y suficiencia religiosa. Sin embargo, otros llegan a comprender, y así comienza a formarse en torno a Jesús la comunidad de sus discípulos, el verdadero "Israel de Dios".
Los signos mesiánicos
Lc. 7. 18-23
11 1 Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.
2 Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: 3 "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". 4 Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: 5 los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. 6 ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!".
Testimonio de Jesús sobre Juan el Bautista
Lc. 7. 24-30; 16. 16
7 Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. 9 ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. 10 Él es aquel de quien está escrito:
Yo envío a mi mensajero delante de ti,
para prepararte el camino.
11 Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él. 12 Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo. 13 Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan. 14 Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver. 15 ¡El que tenga oídos, que oiga!
Reproche de Jesús a sus compatriotas
Lc. 7. 31-35
16 ¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
17 "¡Les tocamos la flauta,
y ustedes no bailaron!
¡Entonamos cantos fúnebres,
y no lloraron!".
18 Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: "¡Ha perdido la cabeza!". 19 Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores". Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".
Lamentación por las ciudades de Galilea
Lc. 10. 12-15
20 Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. 21 "¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. 22 Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. 23 Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. 24 Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú".
La revelación del Evangelio a los humildes
Lc. 10. 21-22
25 En aquel tiempo, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. 26 Sí, Padre, porque así lo has querido. 27 Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
28 Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. 29 Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. 30 Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Discusión sobre el sábado
Mc. 2. 23-28 Lc. 6. 1-5
12 1 En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. 2 Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado". 3 Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, 4 cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? 5 ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? 6 Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. 7 Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. 8 Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado".
Curación de un hombre en sábado
Mc. 3. 1-6 Lc. 6. 6-11
9 De allí, Jesús fue a la sinagoga de los fariseos, 10 donde se encontraba un hombre que tenía una mano paralizada. Para poder acusarlo, ellos le preguntaron: "¿Está permitido curar en sábado?". 11 Él les dijo: "¿Quién de ustedes, si tiene una sola oveja y esta cae a un pozo en sábado, no la va a sacar? 12 ¡Cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer una buena acción en sábado". 13 Entonces dijo al hombre: "Extiende tu mano". Él la extendió, y la mano enferma quedó tan sana como la otra. 14 En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él.
Jesús, el "Servidor del Señor"
15 Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. 16 Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, 17 para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
18 Este es mi servidor, a quien elegí,
mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección.
Derramaré mi Espíritu sobre él
y anunciará la justicia a las naciones.
19 No discutirá ni gritará,
y nadie oirá su voz en las plazas.
20 No quebrará la caña doblada
y no apagará la mecha humeante,
hasta que haga triunfar la justicia;
21 y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.
Discusión sobre el poder de Jesús
Lc. 11. 14-15, 17-23 Mt. 9. 34 Mc. 3. 22-27
22 Entonces, le llevaron a un endemoniado ciego y mudo, y Jesús lo curó, devolviéndole el habla y la vista. 23 La multitud, asombrada, decía: "¿No será este el Hijo de David?". 24 Los fariseos, oyendo esto, dijeron: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios".
25 Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina; y una ciudad o una familia dividida no puede subsistir. 26 Ahora bien, si Satanás expulsa a Satanás, lucha contra sí mismo; entonces, ¿cómo podrá subsistir su reino? 27 Y si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. 28 Pero si expulso a los demonios con el poder del Espíritu de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. 29 ¿Acaso alguien puede entrar en la casa de un hombre fuerte y robar sus cosas, si primero no lo ata? Sólo así podrá saquear la casa.
La blasfemia contra el Espíritu Santo
Mc. 3. 28-30 Lc. 12. 10
30 El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. 31 Por eso les digo que todo pecado o blasfemia se les perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. 32 Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el futuro.
La raíz de las buenas y de las malas obras
7. 16-20 Lc. 6. 43-45
33 Supongan que el árbol es bueno: el fruto también será bueno. Supongan que el árbol es malo: el fruto también será malo. Porque el árbol se conoce por su fruto. 34 Raza de víboras, ¿cómo pueden ustedes decir cosas buenas, siendo malos? Porque la boca habla de la abundancia del corazón. 35 El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro de bondad; y el hombre malo saca cosas malas de su tesoro de maldad. 36 Pero les aseguro que en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado".
El signo de Jonás
16. 1, 4 Mc. 8. 11-12 Lc. 11. 16, 29-32
38 Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: "Maestro, queremos que nos hagas ver un signo". 39 Él les respondió: "Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. 40 Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
41 El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás. 42 El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.
La ofensiva de Satanás
Lc. 11. 24-26
43 Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, 44 piensa: "Volveré a mi casa, de donde salí". Cuando llega, la encuentra vacía, barrida y ordenada. 45 Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; vienen y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio. Así sucederá con esta generación malvada".
La verdadera familia de Jesús
Mc. 3. 31-35 Lc. 8. 19-21
46 Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. 47 Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". 48 Jesús le respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". 49 Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. 50 Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
LAS PARÁBOLAS DEL REINO
A pesar de la oposición cada vez más abierta, Jesús no se deja intimidar. Él nos enseña qué es el Reino de los Cielos en forma de siete parábolas, agrupadas por san Mateo en el tercer discurso de su Evangelio. Por medio de estas breves comparaciones, tomadas de la vida cotidiana, el Señor llama a la reflexión y busca la manera de entrar en diálogo con sus oyentes. Las parábolas descorren un poco, aunque no del todo, el misterio del Reino de Dios. Ese Reino escapa a toda definición: es como...; se parece a...; se puede comparar con...
De estas parábolas se desprende que el Reino de los Cielos es una "nueva situación", un "nuevo estado de cosas" que viene de Dios y se inicia con Jesús, pero reclama la respuesta de los hombres. Sus comienzos son muy modestos y apenas perceptibles. Inaugurado por el "sembrador" que sale a sembrar, debe fructificar hasta la cosecha definitiva, de manera misteriosa y más allá de las contradicciones y los fracasos aparentes. Nada puede impedir que siga adelante, y sin duda terminará por transformarlo todo. Por él vale la pena sacrificar incluso los bienes más preciosos. Ya se ha hecho visible, pero sólo al fin se manifestará plenamente.
Introducción
Mc. 4. 1-2 Lc. 8. 4
13 1 Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. 2 Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. 3 Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas.
La parábola del sembrador
Mc. 4. 3-9 Lc. 8. 5-8
Les decía: "El sembrador salió a sembrar. 4 Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. 5 Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; 6 pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. 7 Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. 8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. 9 ¡El que tenga oídos, que oiga!".
Finalidad de las parábolas
Mc. 4. 10-12 Lc. 8. 9-10 Mt. 25. 29
Mc. 4. 25 Lc. 8. 18; 10. 23-24
10 Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?". 11 Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. 12 Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. 13 Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. 14 Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:
Por más que oigan, no comprenderán,
por más que vean, no conocerán.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido,
tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos,
para que sus ojos no vean,
y sus oídos no oigan,
y su corazón no comprenda,
y no se conviertan,
y yo no los cure.
16 Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. 17 Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador
Mc. 4. 14-20 Lc. 8. 11-15
18 Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. 19 Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. 20 El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, 21 pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. 22 El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. 23 Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".
La parábola de la cizaña
24 Y les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. 26 Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. 27 Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?". 28 Él les respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo". Los peones replicaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?". 29 "No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. 30 Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero"".
La parábola del grano de mostaza
Mc. 4. 30-32 Lc. 13. 18-19
31 También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. 32 En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
La parábola de la levadura
Lc. 13. 20-21
33 Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
La enseñanza por medio de parábolas
Mc. 4. 33-34
34 Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, 35 para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
Hablaré en parábolas,
anunciaré cosas que estaban ocultas
desde la creación del mundo.
Explicación de la parábola de la cizaña
36 Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo". 37 Él les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38 el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, 39 y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. 40 Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. 41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, 42 y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. 43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!
La parábola del tesoro
44 El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
La parábola de la perla
45 El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; 46 y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
La parábola de la red
47 El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. 48 Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. 49 Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, 50 para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Conclusión
51 ¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron. 52 Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
LAS PRIMICIAS DEL REINO DE LOS CIELOS
PARTE NARRATIVA
En los capítulos siguientes, Mateo agrupa una serie de episodios, donde se destacan las distintas reacciones frente a la persona y al mensaje de Jesús. Sus conciudadanos lo subestiman. Los dirigentes religiosos del Pueblo judío lo censuran severamente. Una mujer pagana le "arranca" un milagro con su gran fe. La gente del pueblo lo admira. Finalmente, Pedro hace una magnífica profesión de fe en su mesianidad, y Jesús lo establece como el cimiento sólido y firme sobre el que se asentará su "Iglesia", la comunidad visible de los creyentes en él. A partir de este momento, Jesús comienza a manifestar a sus discípulos que el Mesías debe padecer y morir, y que ellos tendrán que seguirlo por el mismo camino. Pero simultáneamente deja entrever la gloria de su Resurrección, transfigurándose en presencia de algunos de ellos.
Visita de Jesús a Nazaret
Mc. 6. 1-6 Lc. 4. 16-24
53 Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí 54 y, al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en su sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le vienen, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? 55 ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? 56 ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?". 57 Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia". 58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.
Juicio de Herodes sobre Jesús
Mc. 6. 14-16 Lc. 9. 7-9
14 1 En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, 2 y él dijo a sus allegados: "Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".
La muerte de Juan el Bautista
Mc. 6. 17-29 Lc. 3. 19-20
3 Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, 4 porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla". 5 Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta. 6 El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes 7 que prometió bajo juramento darle lo que pidiera. 8 Instigada por su madre, ella dijo: "Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista". 9 El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran 10 y mandó decapitar a Juan en la cárcel. 11 Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre. 12 Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.
La primera multiplicación de los panes
Mc. 6. 31-44 Lc. 9. 10-17 Jn. 6. 1-13
13 Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. 14 Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos. 15 Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos". 16 Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos". 17 Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados". 18 "Tráiganmelos aquí", les dijo. 19 Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. 20 Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. 21 Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Jesús camina sobre el agua
Mc. 6. 45-52 Jn. 6. 16-21
22 En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. 23 Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. 24 La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. 25 A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. 26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. 27 Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". 28 Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua". 29 "Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. 30 Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame". 31 En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". 32 En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 33 Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".
Curaciones en la región de Genesaret
Mc. 6. 53-56
34 Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret. 35 Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, 36 rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.
Jesús y las tradiciones de los antepasados
Mc. 7. 1-13
15 1 Entonces, unos fariseos y escribas de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron: 2 "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados y no se lavan las manos antes de comer?". 3 Él les respondió: "¿Y por qué ustedes, por seguir su tradición, no cumplen el mandamiento de Dios? 4 En efecto, Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: El que maldice a su padre o a su madre, será condenado a muerte. 5 Pero ustedes afirman: El que diga a su padre o a su madre: "He ofrecido al Templo los bienes que tenía para ayudarte", 6 está libre de los deberes hacia ellos. Así ustedes, en nombre de su tradición, han anulado la Palabra de Dios. 7 ¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo:
8 Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
9 En vano me rinden culto:
las doctrinas que enseñan
no son sino preceptos humanos".
La enseñanza sobre lo puro y lo impuro
Mc. 7. 14-23 Lc. 6. 39
10 Jesús llamó a la multitud y le dijo: "Escuchen y comprendan. 11 Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella". 12 Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así?". 13 Él les respondió: "Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. 14 Déjenlos: son ciegos que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un pozo".
15 Pedro, tomando la palabra, le dijo: "Explícanos esta parábola". 16 Jesús le respondió: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? 17 ¿No saben que lo que entra por la boca pasa al vientre y se elimina en lugares retirados? 18 En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que mancha al hombre. 19 Del corazón proceden las malas intenciones, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las difamaciones. 20 Estas son las cosas que hacen impuro al hombre, no el comer sin haberse lavado las manos".
Curación de la hija de una cananea
Mc. 7. 24-30
21 Jesús se dirigió hacia el país de Tiro y de Sidón. 22 Entonces una mujer cananea, que salió de aquella región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". 23 Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos". 24 Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". 25 Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". 26 Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros". 27 Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". 28 Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.
Curaciones junto al lago
29 Desde allí, Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. 30 Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, ciegos, lisiados, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó. 31 La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
La segunda multiplicación de los panes
Mc. 8. 1-10
32 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino". 33 Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?". 34 Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados". 35 Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; 36 después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud. 37 Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas. 38 Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39 Después que despidió a la multitud, Jesús subió a la barca y se dirigió al país de Magadán.
La interpretación de los signos de los tiempos
12. 38-40 Mc. 8. 11-13 Lc. 11. 16, 29; 12. 54-56
16 1 Los fariseos y los saduceos se acercaron a él y, para ponerlo a prueba, le pidieron que les hiciera ver un signo del cielo. 2 Él les respondió: "Al atardecer, ustedes dicen: "Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojo como el fuego". 3 Y de madrugada, dicen: "Hoy habrá tormenta, porque el cielo está rojo oscuro". ¡De manera que saben interpretar el aspecto del cielo, pero no los signos de los tiempos! 4 Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro signo que el de Jonás". Y en seguida los dejó y se fue.
Advertencia contra la doctrina de los fariseos y los saduceos
Mc. 8. 14-21 Lc. 12. 1
5 Al pasar a la otra orilla, los discípulos se olvidaron de llevar pan. 6 Jesús les dijo: "Estén atentos y cuídense de la levadura de los fariseos y de los saduceos". 7 Ellos pensaban: "Lo dice porque no hemos traído pan". 8 Jesús se dio cuenta y les dijo: "Hombres de poca fe, ¿cómo están pensando que no tienen pan? 9 ¿Todavía no comprenden? ¿No se acuerdan de los cinco panes para cinco mil personas y del número de canastas que juntaron? 10 ¿Y tampoco recuerdan los siete panes para cuatro mil personas, y cuántas canastas recogieron? 11 ¿Cómo no comprenden que no me refería al pan? ¡Cuídense de la levadura de los fariseos y de los saduceos!". 12 Entonces entendieron que les había dicho que se cuidaran, no de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
La profesión de fe de Pedro
Mc. 8. 27-30 Lc. 9. 18-21
13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". 14 Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". 15 "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". 16 Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". 17 Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. 18 Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. 19 Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". 20 Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
El primer anuncio de la Pasión
Mc. 8. 31-33 Lc. 9. 22
21 Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. 22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". 23 Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Condiciones para seguir a Jesús
Mc. 8. 34 - 9. 1 Lc. 9. 23-27 Mt. 10. 38-39 Lc. 14. 27; 17. 33 Jn. 12. 25-26
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. 25 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. 26 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. 28 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino".
La transfiguración de Jesús
Mc. 9. 2-9 Lc. 9. 28-36
17 1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. 2 Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. 3 De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. 4 Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". 5 Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". 6 Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. 7 Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo". 8 Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. 9 Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".
Elías, figura de Juan el Bautista
Mc. 9. 11-13
10 Entonces los discípulos le preguntaron: "¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?". 11 Él respondió: "Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; 12 pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre". 13 Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Curación de un endemoniado epiléptico
Mc. 9. 14-29 Lc. 9. 37-42 Mt. 21. 21 Mc. 11. 22-33 Lc. 17. 6
14 Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas, 15 le dijo: "Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. 16 Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar". 17 Jesús respondió: "¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí". 18 Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado. 19 Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?". 20 "Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: "Trasládate de aquí a allá", y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes". 21 .
El segundo anuncio de la Pasión
Mc. 9. 30-32 Lc. 9. 44-45
22 Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: 23 lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados.
La contribución debida al Templo
24 Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?". 25 "Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?". 26 Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos. 27 Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".
INSTRUCCIÓN A LOS DISCÍPULOS
En el trasfondo del Evangelio según san Mateo, se percibe claramente la vida de una comunidad ya establecida y estructurada en medio del mundo. Esto se advierte, sobre todo, en el cuarto discurso de Jesús, que es al mismo tiempo una instrucción pastoral y una regla de disciplina para todos los miembros de la Iglesia y, en particular, para sus dirigentes. El evangelista ha reunido aquí varias enseñanzas del Señor, pronunciadas en momentos y situaciones diversas, y ha elaborado un conjunto más o menos ordenado, que culmina con la significativa parábola del servidor despiadado.
El tema central de esta instrucción es el espíritu fraterno que debe animar a la comunidad creada por Jesús como las primicias del Reino. "Todos ustedes son hermanos", nos advierte él en otro pasaje (23. 8). Y no puede caber un título más característico para designar a los que son hijos de un mismo "Padre" y discípulos del único "Maestro". En el Reino, el más grande es el que se hace pequeño como "un niño", y el que no acepta esa condición no puede entrar en él. Por eso los "pequeños", es decir, los pobres, los débiles, los marginados, y también los pecadores, merecen una atención preferencial dentro de la comunidad. Esa atención se debe manifestar, sobre todo, a través de la corrección fraterna y del perdón otorgado sin medida.
La infancia espiritual
Mc. 9. 33-37 Lc. 9. 46-48 Mc. 10. 15 Lc. 18. 17
18 1 En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?". 2 Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos 3 y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. 4 Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. 5 El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
La gravedad del escándalo
Mc. 9. 42 Lc. 17. 1-2 Mc. 9. 43-47 Mt. 5. 29-30
6 Pero si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar. 7 ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Es inevitable que existan, pero ¡ay de aquel que los causa!
8 Si tu mano o tu pie son para ti ocasión de pecado, córtalos y arrójalos lejos de ti, porque más te vale entrar en la Vida manco o lisiado, que ser arrojado con tus dos manos o tus dos pies en el fuego eterno. 9 Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo y tíralo lejos, porque más te vale entrar con un solo ojo en la Vida, que ser arrojado con tus dos ojos en la Gehena del fuego. 10 Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.11 .
La oveja perdida
Lc. 15. 3-7
12 ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? 13 Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. 14 De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.
La corrección fraterna
Lc. 17. 3
15 Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16 Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. 17 Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. 18 Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
La oración en común
19 También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. 20 Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".
El perdón de las ofensas
Lc. 17. 4
21 Entonces se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". 22 Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
La parábola del servidor despiadado
23 Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. 24 Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. 25 Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. 26 El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". 27 El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
28 Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes". 29 El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda". 30 Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 31 Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. 32 Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. 33 ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?". 34 E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. 35 Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
LA CONSUMACIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS
PARTE NARRATIVA
En esta última sección narrativa, Mateo relata el viaje del Señor a Jerusalén y lo que sucedió en la Ciudad santa desde su entrada triunfal en ella hasta el momento de su Pasión. Una vez más, Jesús enfrenta a los responsables del Pueblo elegido. En tres parábolas, entre las que se destaca la de los viñadores homicidas, les reprocha su infidelidad y les revela el designio divino de traspasar el Reino de Dios "a un pueblo que le hará producir sus frutos" (21. 43). Luego les echa en cara duramente su falsa religiosidad, de la que estaba ausente el amor, que es la síntesis de "toda la Ley y los Profetas" (22. 40).
El matrimonio y el divorcio
Mc. 10. 1-12 Mt. 5. 31-32 Lc. 16. 18
19 1 Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán. 2 Lo siguió una gran multitud y allí curó a los enfermos. 3 Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?". 4 Él respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; 5 y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? 6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
7 Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?". 8 Él les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. 9 Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio".
La continencia voluntaria
10 Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse". 11 Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. 12 En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!".
Jesús y los niños
Mc. 10. 13-16 Lc. 18. 15-17
13 Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, 14 pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos". 15 Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
El joven rico
Mc. 10. 17-22 Lc. 18. 18-23
16 Luego se le acercó un hombre y le preguntó: "Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?". 17 Jesús le dijo: "¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos". 18 "¿Cuáles?", preguntó el hombre. Jesús le respondió: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, 19 honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo". 20 El joven dijo: "Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?". 21 "Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". 22 Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.
El peligro de las riquezas
Mc. 10. 23-27 Lc. 18. 24-27
23 Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. 24 Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos". 25 Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". 26 Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".
La recompensa prometida a los discípulos
Mc. 10. 28-31 Lc. 18. 28-30; 22. 30; 13. 30
27 Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?". 28 Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna. 30 Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.
La parábola de los obreros de la última hora
20 1 Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. 2 Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. 3 Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, 4 les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo". 5 Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. 6 Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?". 7 Ellos le respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña".
8 Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros". 9 Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. 10 Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. 11 Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, 12 diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada". 13 El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? 14 Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. 15 ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?". 16 Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos".
El tercer anuncio de la Pasión
Mc. 10. 32-34 Lc. 18. 31-33
17 Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: 18 "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte 19 y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará".
La petición de la madre de Santiago y Juan
Mc. 10. 35-40
20 Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. 21 "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". 22 "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. 23 "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
El carácter servicial de la autoridad
Mc. 10. 42-45 Lc. 22. 25-27
24 Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. 25 Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. 26 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; 27 y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: 28 como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
Curación de los dos ciegos de Jericó
Mc. 10. 46-52 Lc. 18. 35-43
29 Cuando salieron de Jericó, mucha gente siguió a Jesús. 30 Había dos ciegos sentados al borde del camino y, al enterarse de que pasaba Jesús, comenzaron a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de nosotros!". 31 La multitud los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de nosotros!". 32 Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó: "¿Qué quieren que haga por ustedes?". 33 Ellos le respondieron: "Señor, que se abran nuestros ojos". 34 Jesús se compadeció de ellos y tocó sus ojos. Inmediatamente, recobraron la vista y lo siguieron.
La entrada mesiánica en Jerusalén
Mc. 11. 1-10 Lc. 19. 28-38 Jn. 12. 12-15
21 1 Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, 2 diciéndoles: "Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. 3 Y si alguien les dice algo, respondan: "El Señor los necesita y los va a devolver en seguida"". 4 Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
5 Digan a la hija de Sión:
Mira que tu rey viene hacia ti,
humilde y montado sobre un asna,
sobre la cría de un animal de carga.
6 Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; 7 trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó. 8 Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas. 9 La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba:
"¡Hosana al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosana en las alturas!".
10 Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: "¿Quién es este?". 11 Y la gente respondía: "Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea".
La expulsión de los vendedores del Templo
Mc. 11. 15-17 Lc. 19. 45-46 Jn. 2. 13-16
12 Después Jesús entró en el Templo y echó a todos los que vendían y compraban allí, derribando las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas. 13 Y les decía: "Está escrito: Mi casa será llamada casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". 14 En el Templo se le acercaron varios ciegos y paralíticos, y él los curó. 15 Al ver los prodigios que acababa de hacer y a los niños que gritaban en el Templo: "¡Hosana al Hijo de David!", los sumos sacerdotes y los escribas se indignaron 16 y le dijeron: "¿Oyes lo que dicen estos?". "Sí, respondió Jesús, ¿pero nunca han leído este pasaje:
De la boca de las criaturas y de los niños de pecho,
has hecho brotar una alabanza?".
17 En seguida los dejó y salió de la ciudad para ir a Betania, donde pasó la noche.
Maldición de la higuera estéril
Mc. 11. 12-14, 20-24 Mt. 17. 20 Lc. 17. 6
18 A la mañana temprano, mientras regresaba a la ciudad, tuvo hambre. 19 Al ver una higuera cerca del camino, se acercó a ella, pero no encontró más que hojas. Entonces le dijo: "Nunca volverás a dar fruto". Y la higuera se secó de inmediato. 20 Cuando vieron esto, los discípulos dijeron llenos de asombro: "¿Cómo se ha secado la higuera tan repentinamente?". 21 Jesús les respondió: "Les aseguro que si tienen fe y no dudan, no sólo harán lo que yo acabo de hacer con la higuera, sino que podrán decir a esta montaña: "Retírate de ahí y arrójate al mar", y así lo hará. 22 Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán".
Discusión sobre la autoridad de Jesús
Mc. 11. 27-33 Lc. 20. 1-8
23 Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?". 24 Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 ¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: "Del cielo", él nos dirá: "Entonces, ¿por qué no creyeron en él?". 26 Y si decimos: "De los hombres", debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta". 27 Por eso respondieron a Jesús: "No sabemos". Él, por su parte, les respondió: "Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto".
La parábola de los dos hijos
Lc. 7. 29-30
28 "¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña". 29 Él respondió: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue. 30 Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: "Voy, Señor", pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron.
Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. 32 En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.
La parábola de los viñadores homicidas
Mc. 12. 1-12 Lc. 20. 9-19
33 Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. 34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. 35 Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. 36 El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. 37 Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo". 38 Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". 39 Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?". 41 Le respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo".
42 Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las Escrituras:
La piedra que los constructores rechazaron
ha llegado a ser la piedra angular:
esta es la obra del Señor,
admirable a nuestros ojos?
43 Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos". 44 . 45 Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. 46 Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.